Robótica e Isaac Asimov casi son sinónimos, no imagino a nadie que haya profundizado de tal manera en el universo de los robots. Leer su saga de los Robots es como ver el futuro de las relaciones entre humanos y máquinas, más allá del típico cliché de las máquinas malignas que vienen a conquistar el mundo, estilo Terminator. Al acabar de leer la saga de la Fundación fui dándome cuenta de que estaba conectada con las dos primeras, Robots e Imperio (diferénciese de la novela Robots e Imperio que trataremos más adelante). Sobre Fundación escribí una extensa reseña que puede consultarse en este mismo blog. Así que este año me agencié las novelas de la saga de los Robots y desde el principio supe que me iban a encantar y que iba a realizar su posterior reseña. Como ya expliqué en la anterior reseña de Asimov, yo empecé a leer las novelas en un orden inverso, y con el resto de sagas me ocurrió lo mismo. Sin embargo no es lioso, ya que ni el propio autor imaginó que muchas de sus novelas y relatos breves iban a ser un compendio tan bien conectado. De esta manera podía concebir las dos primeras sagas como la precuela de Fundación.
El orden de la saga Robots sería la siguiente:
·Yo,
robot.
·Bóvedas
de Acero.
·El
sol desnudo.
·Los
robots del amanecer.
No obstante antes de meternos de lleno en los argumentos
de todas las novelas y en algunas de sus claves, me tengo que detener en la
primera novela de la saga, Yo, robot.
En principio se la considera el origen de toda la historia y una introducción que nos permitirá comprender el funcionamiento de la robótica, su creación, sus relaciones con los humanos, sus capacidades, y sus contradicciones. Que conste que no es una literatura densa, es bastante fácil de leer, y lo mejor es que te hace estrujarte un poco el coco. Yo diría que no es más costosa de comprender que una película de Kubrick o un libro de Kafka. Así que tranquilos, que gustará tanto a los superfans del género como a los novatos. Como iba diciendo, Yo, robot es la clave de todas las novelas porque nos presenta el argumento central de la saga: Las Leyes de la Robótica. Muchos somos algo frikis y las recitamos de memoria, pero seguro que agradeceréis que las incluya, así que ahí van:
En principio se la considera el origen de toda la historia y una introducción que nos permitirá comprender el funcionamiento de la robótica, su creación, sus relaciones con los humanos, sus capacidades, y sus contradicciones. Que conste que no es una literatura densa, es bastante fácil de leer, y lo mejor es que te hace estrujarte un poco el coco. Yo diría que no es más costosa de comprender que una película de Kubrick o un libro de Kafka. Así que tranquilos, que gustará tanto a los superfans del género como a los novatos. Como iba diciendo, Yo, robot es la clave de todas las novelas porque nos presenta el argumento central de la saga: Las Leyes de la Robótica. Muchos somos algo frikis y las recitamos de memoria, pero seguro que agradeceréis que las incluya, así que ahí van:
-Ley 1
Un robot no debe dañar a un ser humano o por su inacción,
dejar que un ser humano sufra daño.
-Ley 2
Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por
un ser humano, excepto cuando estas órdenes están en oposición con la Primera
Ley.
-Ley 3
Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde
esta protección no esté en conflicto con la Primera o Segunda Leyes.
Manual de la Robótica
56.ª edición, año 2058
Una aclaración antes de explicaros Yo, robot, aunque la
película dirigida por Alex Proyas, y protagonizada por Will Smith se llama
igual, poco tiene que ver con el libro. Que conste que la peli me gustó, pero
lo único que tiene en común con la novela es la aparición de robots y sus Leyes
de la Robótica, y puede que el nombre de algún personaje, pero las tramas son distintas.
Para empezar Isaac Asimov no concibió esto como una única
novela, inicialmente eran una serie de cuentos independientes que tenían en
común las relaciones entre robots y humanos, así como sus consiguientes
conflictos. Posteriormente Asimov realiza un compendió al que ya denomina, Yo,
robot. Las “novelettes” o cuentos de
los que se compone son los siguientes:
·Robbie.
·Sentido giratorio.
·Razón.
·Atrápame esa liebre.
· ¡Embustero!
·El robot perdido.
· ¡La fuga!
·La prueba.
·El conflicto inevitable.
En este primer cuento se nos presenta a Robbie, un robot canguro que cuida de una niña de cinco
años, Gloria. Ella le adora como si fuera su amigo, ya que el robot la trata a
las mil maravillas, juega con ella, la lleva de paseo, aprende con él, etc. No
obstante su madre, la señora Weston, no ve con buenos ojos que su hija este en
compañía de “una máquina sin alma”.
El señor Weston intenta calmarla diciéndola que el robot es como una inofensiva
mascota. Sin embargo la mujer insiste en que es peligroso y que los vecinos
coinciden con su opinión. Con el tiempo el señor Weston claudica, sin embargo
antes de plantearse deshacerse de Robbie se da cuenta de que la sola idea de
apartarse de su robot, hace que su hija Gloria entre en una gran depresión que
amenaza su salud. De todos modos el padre devuelve el robot sin que la niña
repare en ello, además para que olvide a Robbie la llevan de viaje a Nueva York
y la regalan un perro. Gloria recupera su ilusión y su vivacidad, y junto a sus
padres realiza un viaje que la hace inmensamente feliz. A su vuelta descubre
que Robbie ya no está, sus padres la dicen que se ha ido de viaje, pero ella
insiste en que lo quiere, rechazando el perro que la regalaron.
La niña vuelve a caer en una gran depresión, así que el
señor Weston decide llevarla a la fábrica de robots para que se dé cuenta de
que Robbie era como un electrodoméstico más. Así pues van a la U.S. Robots y
allí su gerente les hace una visita guiada por las instalaciones, sin embargo
Gloria observa a un robot que le recuerda a Robbie y de pronto corre hacia él.
La niña se pone en el camino de un tractor enorme, su padre se queda en shock
ya que no hay tiempo para salvarla, súbitamente un robot la salva de morir
aplastada. Al final resultó que el robot era Robbie, el cual trabajaba cargando
piezas en la fábrica. Entonces el señor Weston decide que el robot debe
quedarse con Gloria, y a pesar del rechazo de su mujer a los robots, esta cede
a regañadientes.
En este cuento se ve el rechazo y la inseguridad que
provocan los robots, todo ello a pesar de seguir las Leyes de la Robótica, que
garantizan que nunca podrá dañar a un ser humano. Esto será una constante a lo
largo de todas las novelas de la saga, llegando a convertir a los robots en un
tabú. Es un temor ilógico, pero aquí Asimov reflexiona, a mi modo de ver, sobre
los miedos a algo que no está vivo pero que se parece a nosotros. No te pueden
dañar, Primera Ley, pero los miedos y los prejuicios no atienden a la lógica.
Lo que también vemos en este cuento es que la Primera Ley es superior incluso a
la Tercera Ley, la que habla de cómo el robot debe proteger su integridad.
Cuando la niña se puso en peligro el robot no dudó, un humano no puede sufrir
daño. Eso es lo más importante, sin embargo U.S. Robots tendrá que lidiar con
este rechazo a los robots a lo largo de la trama.
·Sentido
giratorio.
Los empleados de la U.S. Robots, Donovan y Powell, son
enviados a las minas del planeta Mercurio para restablecer su funcionamiento y
probar a los robots en un entorno tan peligroso. La labor de los robots es la
de extraer selenio de unos pozos cerca de la cara del planeta incinerada por el
Sol. Ese elemento es clave para proteger las instalaciones mineras de las
potentes llamaradas solares que abrasan Mercurio. Sin embargo uno de los robots
encargados de esta labor sufre una avería inesperada. Temerosos de lo que
podría suceder si la obtención de selenio se interrumpe, Donovan y Powell van a
ver que ha ocurrido con el robot llamado “Speedy”.
Al llegar lo encuentran dando vueltas alrededor del pozo
como si estuviese “borracho”. Prueban a llamarle, ordenarle que vuelva, pero la
máquina no es capaz de salir de ese círculo vicioso. Para evitar que todos en
las instalaciones queden incinerados, Powell decide que la única manera de
desbloquear al robot, bloqueado por la Tercera Ley de la Robótica (Un robot
debe proteger su integridad) que está en conflicto con la Segunda Ley (Un robot
debe obedecer las órdenes que le son dadas), es ponerse en peligro. Así pues se
expone a la luz abrasadora del Sol, con lo que su traje espacial empieza a
fundirse poco a poco, pero de pronto Speedy le coge en brazos y le lleva a
lugar seguro. La idea de Powell funciona, ya que el robot razona que la Primera
Ley es la más importante, un robot no puede dañar a un ser humano o por
su inacción permitir que un humano sufra daño. Finalmente ordenan al
robot que si no quiere que todas las personas de la base minera mueran, debe
ignorar el peligro del sol abrasador y traer selenio.
En este cuento aparece el tema de las contradicciones que
encierran las Tres Leyes. Esa será otra de las máximas de toda la saga y en mi
opinión lo más interesante, ya que eso provoca que te introduzcas en la trama.
Aquí se ve como un robot está obedeciendo simultáneamente La Segunda y la
Tercera Ley, el robot obedece las órdenes del humano y no debe poner en riesgo
su propia integridad, pero obedecer es precisamente lo que le va a exponer a un
peligro. De ahí que el cerebro positrónico del robot se bloquee, o que incluso
se destruya. Muchas novelas de la saga mostrarán casos más y más enrevesados
que este.
·¡Embustero!
En esta ocasión nos encontramos en la sede central de
U.S. Robots, donde el director Alfred Lanning, los expertos en robótica Bogert
y Ashe y la robopsicóloga Susan Calvin, tratan de comprender los fallos de
funcionamiento del robot modelo RB llamado “Herbie”. Este robot se dedica a la
realización de complejos cálculos matemáticos, pero por alguna razón también es
capaz de leer el pensamiento, de ahí que Susan Calvin lo entreviste dado lo
extraño de su comportamiento. Herbie revela que le encantan las novelas
románticas y estudiar la mente humana, pero durante la entrevista este descubre
que Calvin ama en secreto al robotista Ashe. Herbie le dice que en efecto Ashe
también está enamorado de ella. Después de la entrevista es el turno de Lanning
y de Bogert quienes tienen alguna teoría sobre el error que ha producido que
Herbie tenga esa capacidad. Estos le preguntan si sus teorías son correctas y
este les dice que lo son.
Cuando Lanning se retira, Bogert aprovecha para preguntar
al robot sobre si el director está pensando en jubilarse, y Herbie le responde
que se jubilará. Bogert ansía su puesto y se marcha satisfecho. Al día
siguiente Calvin se encuentra con Ashe y este le anuncia que se va a casar con
su mujer en unos meses y que por supuesto está invitada. Susan se queda alucinada
ya que Herbie le había asegurado que le había leído el pensamiento. Mientras
tanto Lanning y Bogert discuten acaloradamente cuando este último le habla
sobre su inmediata jubilación. El director de U.S. Robots no tiene intención de
jubilarse próximamente. Así pues todos van a ver a Herbie ya que no entienden
porque les ha mentido. Finalmente este les confiesa que tuvo que mentirles ya
que si no les dañaría, contraviniendo la Primera Ley. Pero de todos modos les
había dañado, con lo que Herbie entró en un bucle que destruyó su cerebro
positrónico.
En este cuento se nos presenta otra contradicción en las
Leyes de la Robótica, al fin y al cabo, el autor las diseñó así. Las Leyes
acaban teniendo paradojas. En este caso el robot no puede decirte algo que te
va a dañar, ya que él no razona lo que es una mentira o una verdad, simplemente
no puede desobedecer la Primera Ley. Pero a veces esa “mentira piadosa” daña más que la verdad, no obstante el robot no
razona como un humano, su cerebro está limitado por las Tres Leyes. Las
contradicciones acaban destruyendo los circuitos positrónicos de su cerebro
sintético. También aparece esa extraña capacidad de leer las mentes, y no os
quiero destripar nada, pero no será la última vez que veamos esas capacidades a
lo largo de la saga, incluyendo Imperio y Fundación.
·Evasión.
Consolidated Robots, la competencia de U.S. Robots,
quiere construir la primera nave interestelar de la historia. Pero cuando le
piden a su inteligencia artificial que se la diseñe esta queda destruida. Ante
esta situación deciden pedirle ayuda a U.S. Robots, para que estos le pregunten
a su “Cerebro” (otra I.A similar), por qué no puede diseñarse una nave sin que
la mente robótica encargada se destruya. Este enigma queda a cargo de Susan
Calvin, quien le pregunta a Cerebro sobre las razones del suceso. Este responde
que el viaje interestelar es mortal para los seres humanos y que por eso no
puede construir una nave. Calvin lo discute con Lanning, y este la pide que no
informe a Consolidated Robots, su competencia. Ambos llegan al acuerdo de que
sin contravenir la Primera Ley, deben conseguir que Cerebro fabrique la nava
interestelar, de esta manera U.S. Robots será la propietaria de la tecnología.
He considerado que este relato merecía la pena ya que
marca un hecho clave en el universo de Asimov, la invención de la nave
interestelar, marcando el comienzo de la Era Espacial. Me llamó mucho la
atención cuando lo leí, y quizás me costó razonarlo un poco porque no entendía
que era esa “muerte momentánea”. Con
el tiempo he razonado que el viaje interestelar que Asimov propone, produce
algo extraño en las leyes de la física que afectan incluso al cerebro humano.
Las mentes robóticas lo interpretan simplemente como daño o incluso muerte, una
vez más nos encontramos con una contradicción en torno a la Primera Ley. Sin
embargo Cerebro es más avanzado y en lugar de destruirse por la sola idea de
desobedecer esta Ley, como la IA de Consolidated, encuentra un atajo a esa disyuntiva.
En resumen, uno halla la solución y el otro no tiene capacidad para hallarla
así que se destruye. A partir de aquí la Tierra terminará por unificarse bajo
un único gobierno, comenzando su expansión por la Galaxia.
·La prueba.
Nos encontramos en un tiempo en el que el fiscal del distrito
Byerley, opta a la alcaldía, además es un acérrimo defensor de los robots. Su
rival político, Quinn, acude a U.S. Robots para entrevistarse con el director
Alfred Lanning y contarle sus sospechas sobre la humanidad de Byerley. Al
parecer estas extrañas sospechas proceden del espionaje que asegura que nunca
le han visto comer, beber o dormir. Ante la incredulidad de Lanning, Quinn
sostiene que Byerley es un robot humanoide, y que por tanto necesita que lo
investiguen. Finalmente el director de U.S. Robots no tiene más remedio que
investigarlo, todo ello por el bien futuro de su empresa. Así pues envía a la
robopsicóloga Susan Calvin para que se entreviste con Byerley. Durante la
conversación Calvin le traslada las sospechas de Quinn sobre su humanidad, él
lo niega y para demostrar que no es un robot se come una manzana delante de
ella. La robopsicóloga acepta que es humano, pero hay algo en su conducta que
no la convence del todo.
Por su parte el rival político de Byerley, Quinn, continua
con su labor de espionaje, por lo que le pincha el teléfono y se dedica a
tenderle trampas, como la de realizarle un análisis de rayos X sin que lo sepa,
para demostrar que por dentro es una máquina. El problema es que la prueba no
mostró nada, por alguna razón Byerley llevaba ropa que evitaba un análisis con
rayos X. De todos modos, y lejos de rendirse, Quinn revela sus teorías a la
prensa para lograr así el apoyo de la opinión pública, y quitarse de en medio a
su rival por la alcaldía. Es por esto que días antes de las elecciones, durante
un mitin de Byerley, la gente le insulta y le presiona por los rumores sobre su
humanidad. Todo el mundo está obsesionado con que demuestre que no es un robot.
De entre toda esa masa se le acerca un hombre que le hostiga sin parar para que
le pegue, ya que si no lo hace demostrará que en realidad es una máquina.
Súbitamente Byerley le da un puñetazo, con lo que tanto Quinn como la opinión
pública se convencen de que es humano, ya que solo un robot estaría detenido
por la Primera Ley, es decir un robot no puede dañar a un ser humano.
Tiempo después de que Byerley ganase la reelección a la
alcaldía, Susan Calvin volvió a visitarle. La robopsicóloga comenzó a recordar
lo sucedido y de cómo pudo demostrar su humanidad. Es por esto que ambos se
enfrascaron en conversaciones sobre las Leyes, y de que no había manera de que
la Primera Ley pudiese ser contravenida. Sin embargo Byerley estaba en
desacuerdo, y ante la sorpresa de Calvin, él la demostró que la Primera Ley no
se aplicaba cuando un robot dañaba a otro robot.
Sinceramente este ha sido uno de mis relatos favoritos de
Yo, robot, creo que desde el principio todo el mundo sospecha lo que sospecha.
El final sí que deja volar la imaginación, y por eso creo que es el mejor. La
posibilidad de que haya robots humanoides es una idea que también centrará las
novelas de toda la saga de los Robots e incluso de las demás.
Finalmente esta reseña sobre la Saga Robots de Asimov se ha alargado más de lo debido, por ello profundizaré en las demás novelas en la próxima entrega. Aunque no he incluido todos los relatos de Yo, robot, sí que he intentado hablaros de los que a mi elección son los más interesantes. Inevitablemente contienen spoilers, aunque cuando se trata de novelas con más de 50 años de antigüedad creo que no es un spoiler que digamos. Lo que pretendo con esta primera parte es introduciros en la saga, espero no haber sido muy cargante con las explicaciones sobre las Leyes de la Robótica, pero son claves para poder disfrutar del resto de novelas de la saga. Reconozco que en algunos ratos le doy vueltas a estas Leyes, y dan que pensar. Pronto llegará la siguiente parte de esta reseña, tened paciencia que ya estoy con ella.