He decidido dedicarle
una reseña a una de las obras más exitosas de la ciencia-ficción, El Fin de la
Eternidad de Isaac Asimov. Quizás muchos no hayan oído hablar de este libro,
cuando uno piensa en Asimov le vendrán a la cabeza la saga Fundación y Robots
con sus famosas Tres Leyes de la Robótica y quizás en menor medida, la saga
Imperio. Los que conozcáis ScripThor recordareis que también hice reseñas sobre
estas legendarias sagas, que por cierto fueron escritos que se han convertido
en las publicaciones más vistas del blog. Llevaba años escuchando opiniones
sobre esta obra en concreto, todo el mundo decía que estaba genial, trata sobre
viajes en el tiempo, así que no me extraña. Así pues me decidí a leerla y
flipé, tengo que decir que este libro ha sido una auténtica sorpresa para mí,
digno de las mejores sagas que salieron de la mente de Asimov. Cuando le
terminé me voló el coco. Llegué a pensar que al ser una obra independiente
quizás no me causaría el mismo impacto…ignorante de mí. No es un libro muy
largo así que me lo leí rápido, al principio quizás me pareció algo denso, pero
según fue avanzando me fue atapando más y más hasta su inesperado final. Y eso
es lo que más me flipó, no creo que defraude a nadie y menos a los que hayan
leído las demás sagas. Tengo que avisar de que voy a HACER SPOILERS de la
novela, fue escrita hace 64 años así que creo que ya habéis tenido tiempo para
leerla. No obstante os dejo el argumento central de la novela para los que aún
no la hayáis leído:
En
el siglo XXVII, la Tierra funda una organización llamada Eternidad, enviando
sus emisarios al pasado y al futuro para abrir el comercio entre las diferentes
épocas, y para alterar la larga y a veces trágica historia de la raza humana.
El proyecto estaba integrado sólo por los mejores y más brillantes exponentes
de cada siglo: personas que dejaron de lado sus propias vidas para dedicarse a
servir a los demás. Para hombres como Andrew Harlan, Eternidad representaba
mucho más que un trabajo: era su vida, su amante, sus hijos, su familia. Pero
cuando viajó al siglo 482, no pudo evitar enamorarse perdidamente de una
hermosa no-eterna llamada Noÿs Lambent. Ahora, perseguido por una burocracia
todopoderosa, Harlan y su amada escapan entre los siglos, buscando romper todas
las reglas que sean necesarias para preservar su futuro juntos. Incluso si para
ello deben destruir la propia Eternidad.
A partir de aquí
empezaré a destripar la novela poco a poco. No me extenderé tanto como en otras
reseñas sobre Asimov, ya que esta vez se trata de una sola novela. Os recuerdo
que yo empecé a leer todas las sagas en un orden peculiar, además aunque el
propio autor escribió cada una de forma independiente, las fue engarzando de
una forma bastante hábil. Así pues comencé con la trilogía Fundación y sus
secuelas, luego leí las precuelas y un tiempo después pasé a leer Yo, Robot,
que es el origen de la saga Robots. Por último cerré el ciclo con la Trilogía
del Imperio. ¿Quién me iba a decir que esta novela también estaría conectada
representando el origen de las demás sagas? Toda la novela se centra en el
punto de vista de Andrew Harlan, quien trabaja para la Eternidad, que como ya
se explica en la contraportada es una organización que realiza cambios y
ajustes en la historia pasada y futura para preservar la humanidad. Una labor a
priori altruista y beneficiosa. Harlan es un Ejecutor, es decir que se dedica a
analizar los cambios que deben ser llevados a cabo por los Programadores,
encargados de ajustar un determinado hecho histórico. Su profesión está rodeada
de un aura de misterio y de superstición, incluso entre los propios integrantes
de la Eternidad, por lo que suelen ser marginados por los demás ya que los
temen. En el caso de Harlan estamos hablando del mejor y más destacado, una
persona con una intuición única, ya que cambiar un hecho tiene cientos de
implicaciones que pueden extenderse a lo largo de miles de siglos. Andrew tiene
una peculiaridad y es que es un apasionado de la Historia Antigua, es decir la
que se refiere a lo que serían nuestros tiempos actuales. El caso es que el
principal Programador de Eternidad, el legendario Laban Twissell, al cual
admira, le nombra su Ejecutor personal. Esto coge a Harlan por sorpresa, aunque
es cierto que desde que empezó a formarse ya destacaba entre sus profesores,
sin embargo le choca que el mejor Programador le conceda tal ascenso.
Y por eso le extraña
más cuando recibe el encargo de educar a un aprendiz en los conocimientos sobre
la Historia Antigua. Se supone que en la Eternidad hay una máxima que es no
verse involucrado en ninguna época, es decir que no pueden empatizar con la
gente de los tiempos que deben modificar. Es por eso que la afición de Andrew
es vista con recelo, por lo que él intenta ocultarlo aunque sea un secreto a
voces. Sin embargo siempre ha sido capaz de mantenerse neutral, ya que cuando
cambian algo, la gente de esa época ignora que se ha producido un cambio.
Pueden transformarse personalidades, sociedades enteras, hay personas que no
nacen, inventos que nunca aparecen. Sin embargo la Eternidad es consciente de
esos cambios y parece ser que entre los Eternos hay algunos que protestan por
una cuestión, evitar que la humanidad invente el viaje espacial o las naves
interestelares. Todo ello porque consideran que con el tiempo las sociedades
espaciales entran en crisis y pronto la humanidad se vuelve descuidada, lo cual
pone en riesgo su existencia. Aunque algunos no lo entienden, es algo
inamovible.
Pronto Andrew Harlan es
elegido para la realización de un cambio en el siglo 482, en concreto deben
modificar las costumbres aristocráticas de esa época ya que podrían conducir a
un futuro con una sociedad esclavista. Esta misión es por petición expresa de
uno de sus superiores, Finge, quien le tiene una gran envidia al ser un
Ejecutor infalible. Es por eso que consigue que la Eternidad le obligue a pasar
toda una semana en el siglo 482, ya que se supone que no experimentará ningún
tipo de apego. El plan es que pase ese tiempo con una no-Eterna, en la mansión
de la familia de esta. Noÿs Lambent es hija de una familia adinerada que al
momento queda fascinada por Harlan, aunque este trata de ignorarla pronto
acabará por sentir algo que nunca esperó, amor por una no-Eterna. Sin embargo
él es consciente de que se producirá un ajuste temporal que hará que incluso
Noÿs desaparezca, lo cual no puede permitir de ninguna de las maneras. Es por
eso que decide realizar un viaje al siglo 2456 para comprobar los cálculos que
ha realizado. Para ello se entrevistará con un Sociólogo de la Eternidad, pero
ocultando el verdadero motivo, que es comprobar si ese cambio temporal se puede
realizar sin poner en peligro a su amada. Al descubrir que en realidad ella
nunca debió de haber existido, decide hacer todo lo necesario para salvarla. Así
pues ambos deciden viajar a lo que llaman los Siglos Ocultos, en concreto al
siglo 111.394. La Eternidad, como su propio nombre indica se extiende hacia un
tiempo que nadie ha visitado, hay quien dice que se debe a que en esa época ya
no existen humanos o es imposible llegar. El caso es que Harlan lleva a Noÿs al
siglo más alejado que pueden alcanzar, y la deja allí para protegerla,
considerando que el cambio no la afectará mientras no esté en su siglo natal.
Él promete volver en cuanto solucione algunas cuestiones, pero al volver al
siglo en el que estaba afincado es llevado al despacho de su enemigo, Finge.
Este ha descubierto que ha roto varias normas de la Eternidad, lo cual enfurece
a Andrew ya que le habían tendido una trampa. Al parecer Finge eligió a Noÿs
para conseguir su perdición y poder retirarle como Ejecutor de Twissel, que es
el Programador Principal de la Eternidad. Finge llega a insinuar que ella solo
le utiliza, ya que entre los no-Eternos existe la creencia de que los Eternos
son inmortales, y que el sexo con uno puede transmitirles esa supuesta
inmortalidad. Es aquí cuando Andrew Harlan decide que tiene que acabar con la
Eternidad, destruirla. Pero antes decide volver al siglo 111.394 para ver si su
amada está a salvo, ya que empieza a temer que la hayan hecho daño o incluso
que Finge tuviera razón. Al meterse en la cabina, por la que viajan en el
tiempo, ocurre algo raro y es que por más que lo intenta no puede ir más allá
del siglo 100.000.
Desesperado acude a
Twissel, pero para su horror descubre que este legendario Eterno estaba al
tanto de ello, y que había sido idea suya bloquear la máquina de desplazamiento
temporal. El Programador lo niega, pero Andrew está convencido de ello. Es en
este momento cuando le revelan que la Eternidad está en peligro, no por él,
sino por el descubridor del desplazamiento temporal. Harlan descubre la razón
por la cual le ordenaron instruir a un joven Eterno, Cooper, en los conocimientos
del mundo antiguo. En realidad es la propia organización la que garantizó la
invención del viaje en el tiempo. El inventor fallece en el pasado, por lo que
ese joven debe viajar a esa época para suplantarlo, ya que si no lo hicieran
sería el fin de Eternidad. Es por esto que Twissel encierra a Harlan para
evitar que ponga en peligro toda la misión, pero cuando Cooper viaja al pasado
ambos se dan cuenta de que nada han cambiado. El Programador Principal,
horrorizado, llega a la conclusión de que le han enviado a una época
equivocada. Después de una acalorada discusión, Andrew Harlan da con la forma
de traerlo de vuelta, consultar viejos periódicos por si de alguna manera el joven
ha logrado dejar un mensaje oculto. Es por esto que Harlan se compromete a
salvar la Eternidad si le dejan recuperar a Noÿs, pero al parecer nadie colocó
una barrera para evitar que regresara al siglo 111.394. A partir de aquí se abre una posibilidad que les
hace llenarse de temores, ya que si nadie de la Eternidad es capaz de bloquear
el tiempo, ¿quién tiene esa capacidad? Es aquí cuando surge la cuestión de que
si la humanidad tardó un tiempo en pasar de un momo a un homo sapiens, ¿cómo
habrá evolucionado la humanidad dentro de miles de siglos? La Eternidad
controla un tiempo determinado, después de ahí desconocen si podría haber una
civilización posthumana. Entonces Harlan decide viajar junto a Twissel
temiendo que esos seres del futuro hayan capturado a Noÿs. Finalmente la
encuentra sana y salva. Es en ese momento cuando ella le confiesa que en efecto
estaba enamorada de él, incluso a pesar de esa creencia sobre la inmortalidad
de los Eternos. Harlan consigue que el Programador Principal Twissel se
comprometa a protegerlos del Consejo de la Eternidad.
Así pues Harlan viaja
junto a Noÿs y a Twissel a los tiempos primitivos, para así encontrar a Cooper
y mandarlo al tiempo correcto. Sin embargo allí se produce una revelación,
cuando descubren que en realidad ella no es quien dice ser. En realidad Noÿs es
parte de ese futuro posthumano. Ante la incredulidad de Harlan, que de pronto
ve roto todo su mundo, ella le revela que fue decisión de los suyos poner ese
bloqueo para que no pudieran llegar a su tiempo, y así alterar un plan maestro
que implica la destrucción de la Eternidad. Al parecer en ese futuro la
humanidad vive confinada en la Tierra, sin capacidad de extenderse a otros
mundos, ya que cuando lo intentaron se encontraron con una galaxia que ya
estaba ocupada por otras razas inteligentes. Así pues los humanos acabaron por
entrar en una espiral de involución que finalmente conduciría a su extinción.
Finalmente Noÿs explica que todo lo que había pasado estaba calculado, excepto
el amor que siente por Andrew Harlan.
Finalmente la conclusión era que aunque la Eternidad creía proteger el futuro
de la humanidad, en realidad lo estaba amenazando. Esa civilización posthumana
logró calcular hasta el más mínimo detalle, lo que sería necesario para lograr
el Imperio Galáctico de Trántor, (Las 3 Leyes de la Robótica, Elijah Baley, los
espaciales, Daneel Olivav y Giskard, la Ley 0, Schwartz y su viaje en el
tiempo, el fin de la Tierra, Hari Seldon, las Fundaciones, el Mulo, Gaia). Así
pues Harlan y Noÿs deciden quedarse a vivir en los tiempos primitivos, evitan
la invención del viaje en el tiempo, con lo que finalmente logran el Fin de la
Eternidad.
"Si consigo ver más lejos es porque he conseguido auparme a hombros de gigantes".
Isaac Asimov